Las citas con Él siempre eran sorprendentes. Solía subir al coche con la
incertidumbre de no saber donde terminariamos apareciendo. El único
sitio que repetiamos era la casita del parque. Era un parque de las
afueras, con una casita de esas de madera con un tobogán que baja. Allí
nos quedábamos durante horas hablando y pasando el tiempo sin
preocuparnos demasiado de nada.
Una noche, tan normal como otra
cualquiera y tan extraña como ninguna, terminamos viendo estrellas en
Paracuellos, con una toalla a modo de colchón y su brazo izquierdo a
modo de almohada. "¿Ves aquellas estrellas de allí?" le dije "parecen un armadillo!" ÉL me miró a los ojos y me sonrío con un brillo especial en la mirada "Las estrellas se reflejan en tus ojos" dijo al tiempo que acariciaba mi mejilla... Aquella noche tampoco hubo beso y me dejó una canción idónea para el recuerdo: "Kiss the girl" de La sirenita...
Una
semana más tarde, la casita del parque fue testigo de nuestro primer
beso... con más nervios de los que he tenido en mi vida, un latir
acelerado y un cosquilleo incesante en el estómago.
Yo no quería
preocuparme demasiado de nada en aquellos momentos. Era feliz, le veía a
diario, me sorprendía constantemente y no necesitaba al mundo porque me
bastaba con tener su presencia. Me parecía raro que nunca quisiese
quedarse cerca de aquí, que cuando nos cruzábamos por la calle se
limitase a darme dos besos...ÉL lo justificaba todo diciéndome que
Mr.Infantil seguía pillado por mí y no quería hacerle daño... pero
pasaba el tiempo y yo empezaba a querer más de ÉL. Mr.Infantil tenía que
saber la verdad tarde o temprano, no podiamos engañarle siempre... y
nosotros ya llevábamos bastante tiempo juntos como para saber que era
real.
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